Quizás algo sugerente el título,
pero así fue y no me da miedo decirlo, no me "paltea".
Hace un mes, supe lo que era
disfrutar de aquello que me habían contado tanto. Aquello que esperaba que
fuera algo bello y memorable fue... mal. El inicio de este evento primigenio
fue perturbado y "malogró" el disfrute, el goce, el éxtasis, ¡El
CLIMAX!
Regresando al meollo del asunto,
hace un mes tuve la grata dicha de ser invitado al teatro, por vez primera.
Junto a mi enamorada se nos entrego un par de invitaciones a la función
"Perú Negro" por la celebración de sus 45 años. Una función jovial,
muy alegre y no podía ser menos conociendo la efusividad de la música
afroperuana y sus entremeses. ¡La voz de la cantante! ¡Qué pulmones! Sin dejar
de lado a todo el elenco y sus esfuerzos por dejarnos impactados en un alarde
de baile, zapateo, meneo y coqueteo fueron más que suficientes para complacer
al respetable.
Y, hablando de respetable, este
grato momento que se avecinaba fue perturbado por una retrasada presencia. Un
alcalde que perdió la noción del tiempo y no llego a las 8 en punto, como
señalaba la función. El caballero llego veinticinco minutos después. La
incomodidad no se hizo esperar y, lamentablemente, en el teatro este mal paso
solo se puede hacer notar mediante aplausos (luego me hizo el alcance mi
enamorada), si tal era la medida, no tuve otra opción que aplaudir muy fuerte,
mi incomodidad no podía quedar impune. Pasado la casi media hora llego el
burgomaestre, quien se sintió aplaudido por el público ¡Aparte de mudo, LELO!
Pero bueno, lo malo pasó y lo
bueno quedó. Un mes de aquella visita teatral. Un mes de disfrutar de una
función en vivo. ¿Que si quiero más? Claro que quiero más. Lo bueno no puede
quedar en una primer y única vez, lo bueno se repite y disfruta al máximo. ¿Que si quiero que vaya gente tardona? (entiéndase la mención del alcalde) Pues no, no quiero. He dicho.
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